En lápida, tus nombres,
colgados en una calle,
sin saber asistente,
mojones para viajes.
Porque no escribiste,
lo que en vida hiciste,
lo alegre con lo triste,
al olvido le diste.
Lo que otro recuerde,
es lo que aún queda,
cuando al polvo vuelves.
Somos nuestros recuerdos,
materia del cerebro,
como nuestros dedos.
(io) 31/03/2012