De todo, dueña,
una voluntad,
da sin condición,
a su discreción.
Aunque le pidas,
por necesidad,
no lo recibiras.
Cuando temes,
por tu bienes,
es que intuyes,
que los pierdes.
Al azar pedirle,
y convencerle,
es imposible.
(io) 27/04/2010